Terrorismo vial en Santo Domingo
Si observamos detenidamente los actos de violencia que se dan en nuestro país, la sistematicidad con que ocurren y el temor y la inseguridad en que vive la población, podemos decir que los mismos constituyen actos de terror. No necesitamos de la "Resistencia Duartiana". Ya tenemos bastante con FENATRADO, FENATRANO, CONATRA y todos sus asociados; tenemos choferes todopoderosos de instituciones gubernamentales y empresas privadas, conductores con poder y apoyo ilimitado que usan sus vehículos como armas para atemorizar y establecer dominio.
Hace ya varias décadas que los grupos choferiles encontraron el espacio libre para establecer el caos, y lo hicieron. Tomaron las calles por asalto: las de zonas residenciales tradicionales se convirtieron en rutas improvisadas; las esquinas y áreas internas de sectores diversos pasaron a ser las bases de líneas de taxi; las calles y avenidas -sobre todo las cercanas a las oficinas gubernamentales- constituyen estacionamientos gratuitos en ambos lados de las vías; las calles de una vía son escenarios para el derroche de prepotencia, intimidación y abuso de poder, pues constituyen un peligro para conductores y peatones respetuosos de las normas; los semáforos de muchas esquinas del "Gran Santo Domingo" -gran por lo del caos- desaparecieron a partir del inicio de la primera línea del metro y nunca se repusieron y los demás pasaron a ser artefactos decorativos que nadie respeta; los miembros de AMET se hacen de la vista gorda y cómplices de las violaciones sistemáticas que, no solamente permiten, sino que estimulan y promueven.
En definitiva, los guagüeros y choferes de concho, exhibiendo con orgullo en sus chatarras la "revista" oficial como una patente de corso; los choferes de instituciones del gobierno y de empresas privadas, con mayor frecuencia de refresco, cerveza y agua, obstruyendo la fluidez de circulación; los colectores de basura, transporte de valores, de mudanza y acarreo; los taxistas engreídos y conductores prepotentes, entre ellos diplomáticos -que no hacen eso en sus países-, diputados, militares y funcionarios -con sus chapas doradas y verdes mostrando “orgullosamente” el escudo dominicano sobre relieve-; empresarios, catedráticos universitarios, otros y otras, pasaron a ser los auténticos dueños de las calles.
Transitar en "Santo Domingo" -el grande y el otro, que es más grande- y el resto del país constituye un peligro para la gente que observa las leyes. Y nada que decir de los "hijos de papi y mami" con su habitual "dragueo" a altas velocidades por las grandes avenidas en horas de la noche y la madrugada. Esos dueños de las calles usan sus vehículos para intimidar y agredir, abriéndose paso violentamente sin ningún escrúpulo ni respeto a las personas, a las normas y a la propiedad; retando y provocando, amenazando y agrediendo a quienes conducen con normalidad y, en muchas ocasiones, profiriendo indecencias e improperios - peores o iguales a las que recogen los camiones del ADN- o esgrimiendo armas de fuego a quienes les reclaman respeto por las reglas y las leyes. Cuentan, muchas veces, con el aval o la indiferencia de la AMET, quien también violenta el libre desenvolvimiento del tránsito y la seguridad de los conductores cuando, por abuso de poder o por ignorancia, obliga a violar las señales y semáforos creando el caos, la desesperación y la violencia; los agentes no conocen el valor de los signos y señales y su impacto en la psique, la actitud y la conducta de las personas. Y no son ejemplo de la observancia de las leyes: no usan cascos protectores en motocicletas, no llevan chapa oficial ni privada, no respetan semáforos ni vías unidireccionales, etc. Creen que sus uniformes e insignias les eximen de cumplir las leyes.
Vivimos en un permanente estado de terror que, por conveniencia política y electoral, no se quiere reconocer y, mucho menos, enfrentar aplicando las leyes existentes. La muerte de una persona hace unos meses en la Avenida Privada por un conductor todopoderoso en su jeepeta Mercedes blanca en vía contraria a alta velocidad no constituye un accidente, es homicidio con premeditación y alevosía. De las leyes de tránsito solo hay que modificar la categoría de accidente: diferenciar claramente los accidentes de la agresión, del intento de homicidio y del terrorismo. Y aplicar las sanciones correspondientes, sin importar quienes las quebranten.
Las calles de Santo Domingo son, pues, violentas. Cada hora del día o de la noche; más en las horas pico… Y esa violencia es sistemática, constante, permanente e intencionada. Estas son acciones de terror. El Diccionario de la Real Academia Española define el terrorismo como "la sucesión de actos de violencia con la finalidad de infundir terror", viniere de donde viniere. Los dueños de la calle tienen una finalidad: infundir el miedo, el temor e imponer su poder sobre la ciudadanía. Eso es terrorismo vial. Muchas veces reforzado y fortalecido por las acciones de las instituciones del Estado que deberían enfrentarlo y sancionarlo.
RGR, 23-02-2012
Mi pena no es tu pena
Mi pena no es tu pena
Ni tu indiferencia la mía.
Qué decir de los abandonados sociales
deambulando por calles y avenidas,
revisando zafacones,
durmiendo -si es que duermen-
entre andrajos y cartones,
en plazas y en aceras
y debajo de majestuosos elevados?
Mi pena no es tu pena
Ni tu indiferencia la mía.
Qué decir de tantas niñas, de tantos niños,
pedigüeños inocentes,
sin comida ni cama,
sin familia ni escuela,
sin presente ni futuro;
esperando una migaja en cada esquina,
ante la mirada irresponsable
de la indolente modernidad?
Mi pena no es tu pena
Ni tu indiferencia la mía.
Qué decir de tantas familias sin techo,
subviviendo a orillas de los ríos,
o entre cañadas inmundas,
o en oscuros callejones de violencia y abandono;
y en casuchas de hojalatas y cartones,
debajo de puentes y elevados
rodeados de residenciales ostentosos?
Mi pena no es tu pena
Ni tu indiferencia la mía.
Ellos son, simplemente, el desmentido
del cínico discurso del desarrollo y la justicia social,
de la falaz lucha contra la pobreza
y del llamado "Estado Social y Democrático de Derecho".
Mi pena no es tu pena
Ni tu indiferencia la mía.
RGR- 28/03/12
No hay comentarios:
Publicar un comentario