viernes, 24 de febrero de 2012

Historia

"En el principio..."

Antonio María García Durán (Francés)


Antonio María García Durán (Francés) nació el 4 de junio de 1880 en Jarabacoa. Fueron sus padres Vicente García y Silvana Durán. Vivió durante su adolescencia en la ciudad de La Vega, donde realizó estudios de farmacia, entre otros.


Su llegada a Constanza fue muy temprana, según él mismo refiere en sus apuntes: "A la edad de 17 años vine a esta, lleno de aspiraciones, todo para mí era encantador, admiré desde Portezuelo el valle que por aquellos tiempos vestía de galas con sus pinares y sus montes aún no tocados por las manos de nuestros campesinos, las aves en grandes y alegres caravanas (sic) pululaban por todas partes menos el ruiseñor que hizo su aparición en 1903, formando su nido en la mata de penda que todavía existe en el valle" (Hoja # 1). Y llegó para quedarse. Casó con Gumercinda Cabral, joven constancera, con quien procreó siete hijos: María Ramona, Godofredo, Emma, José Altagracia, Bertha, Luz María e Hirma.


Ejerció hasta el último de sus días innumerables funciones que sus contemporáneos siempre valoraron. Formó, junto a otras figuras importantes, parte esencial de la vida política y social de Constanza.


Se desempeñó como Guardabosques: "Tenemos aguadas (:) en el río Jimenoa ocho (8), en Baiguate tres (3), en Río Limón cinco (5), en el Constanza, tres (3), en Yaquecillo una (1). Todos estos ríos desde su cabezada, sus márgenes y fuentes y algunas lomas fueron repobladas por mi durante el tiempo que trabajé como Guardabosques en la Común, estos fueron cuatro (4) años de labor" (Hoja # 3). Para 1918 había explorado la flora, la fauna y la hidrografía de la región, ganándose los elogios y reconocimientos de connotados exploradores nacionales e internacionales y del gobierno dominicano.


El Dr. Federico W. Lithgow refiere en su reseña Una excursión al Monte Tina: "En mi viaje anterior al Valle Nuevo, tomé informes en Santiago de los prácticos que podría encontrar en Constanza. Me dijo un amigo que existía allí un gran conocedor de esas regiones, con quien me recomendaba hablar antes que con nadie: se llamaba ese señor Antonio María García. (...) me dirigí al Francés, y, desde luego, comprendí inmediatamente que conocía a cabalidad la geografía de toda esa comarca" (El Alpinismo en la Rep. Dom. P. 245). Su conocimiento de la geografía de la región le permitió también desempeñarse como Inspector de Caminos, Instructor de Agricultura, Observador Meteorológico y Presidente de la Comisión Comunal de Cooperación a los Estudios Geográficos, según lo atestiguan las comunicaciones del Ing. Ramón Martorell, Director del Instituto Geográfico y Geológico de la Universidad de Santo Domingo. Esas actividades le permitieron colaborar significativamente con los estudios científicos de la hidrografía, la orografía, la flora y la fauna de la región, que realizó el Instituto Geográfico y Geológico. Una montaña de Constanza lleva el nombre de Loma Francés en su honor, aprobado por el Congreso Nacional.


Fue, además, un destacado explorador indigenista: "Explorando los restos indígenas encontré al rededor (sic) de 200 carabelas y numerosos objetos de valor histórico" (Hoja # 3), testimonio avalado por el arqueólogo Ing. E. De Boyrie Moya, y exploró numerosas Paralelas y Cementerios indígenas. Muchas piezas de incalculable valor fueron donadas por Francés a numerosos investigadores oficiales y privados.


Francés fue Suplente de Alcalde Comunal; Jefe Comunal; Ayudante de Plaza; Comisario; Comandante de Armas; Regidor; Secretario del Ayuntamiento, Presidente del Ayuntamiento; Síndico Municipal en varias ocasiones. Integró el primer ayuntamiento en 1900: Antonio María García, Generoso Matías y Betilio García, Regidores; Manuel Montes de Oca, secretario; José Avelino Cabral, vicepresidente; Francisco Gratereaux, Presidente; y Norberto Infante, Síndico. Para 1905, siendo síndico municipal, colaboró con la fundación de la primera escuela subvencionada por el Ayuntamiento: "Para dicha subvención sedí (sic) mi sueldo que como síndico ganaba y desempeñé el puesto honorífico" (Hoja # 2). Esta escuela tuvo como profesora a la señorita Nervisa Cabral, oriunda de Jarabacoa. En 1908, desempeñándose nuevamente como síndico municipal, realizó el trazado de las calles y organizó el poblado: "alineé las calles principales y dividí la población en cuadras" (Hoja # 2). Una calle principal de Constanza lleva su nombre, única Resolución del Ayuntamiento Municipal aprobada por el Congreso Nacional.


En el año 1928, Francés ejerció la redacción del periódico (semanario) "Valle Nuevo", cuya dirección estaba a cargo de Felipe Miñoso. Unos cuatro (4) números llegaron a publicarse. Fue también por breve tiempo corresponsal del Listín Diario.


Antonio María García Durán (Francés) fue, además, Agente de Correos, Alguacil de Estrados, Fiscalizador, Secretario de la Junta Municipal Electoral y Presidente de la Junta Municipal del Partido Dominicano. Sin embargo, las labores que más significativas y profundas huellas dejaron en los pobladores humildes de toda la región de Constanza fueron las de Practicante de Médico Sanitario e Inspector de Sanidad: "Papá Francés me curó", "Papá Francés me inyectaba para curarme la fiebre", "Si estoy vivo se lo agradezco a Papá Francés..." Son frases de muchas generaciones que retienen la imagen del viejo Francés en su caballito melao y su maletín de medicinas hacia cualquier lugar de la región donde se le necesitara.


Sobre este insigne edil constancero dice el Dr. Federico W Lithgow en 1948: "Esa tarde hablamos largo con el Francés, figura legendaria en los anales de Constanza. Merecería un libro su vida pintoresca. Nació en La Vega, en humilde cuna, de sangre pura dominicana. A los 13 años pasó a Constanza, de donde no ha salido más, y tiene ya sesenta años. Si ha perdido su nacionalidad en la voz del pueblo, es porque arrastra ligeramente la lengua al pronunciar la "r", y a la gente le dio por entender que así hablan los franceses. Tres veces Síndico Municipal, tuvo el honor de trazar las primeras calles del poblado. Por largos años fue el encargado de la Oficina Meteorológica. Colector de Plantas, recogió gran cantidad de las plantas que dieron lustre al nombre del gran botánico Turckhein. Actualmente es Presidente de la Junta Comunal del Partido Dominicano. Con todos estos títulos, ¿quién puede dudar de la personalidad del Francés? Pero por encima de todos esos brillantes honores, admiro principalmente al Francés porque es el guía más sabio de todas esas regiones. Nos dimos cita para una próxima ascensión al Culo de Maco y al Monte Tina. Todo el que vaya a explorar esas lomas, sería imprudente si no pidiera consejos al Francés, pues sus conocimientos son valiosísimos en esas locas jornadas del alpinismo" (Una excursión al Pico de la Sabana Alta, Op. Cit. P. 202-203).


Murió el 10 de octubre del año 1964, siendo todavía Inspector Sanitario. Sus restos fueron expuestos durante cinco minutos en la Sala Capitular del Ayuntamiento Municipal, donde las autoridades civiles y militares y la comunidad de la época le rindieron el último adiós.


(Octubre, 2000)



CONSIDERACIONES EN TORNO A LA FUNDACIÓN DE CONSTANZA

La celebración en 1994 del primer centenario de la fundación de Constanza ha generado ciertas confusiones y contradicciones con relación a las fechas documentadas de su fundación, sobre todo en los estudiosos de su historia. En esta conferencia me propongo dilucidar el asunto a través del estudio de fechas, acontecimientos, pobladores relevantes de que tengamos referencia en autores importantes y que contribuyan a esclarecernos el camino para establecer la fecha definitiva de la fundación de Constanza a los fines de su conmemoración.

La importancia de este remoto valle, perdido en el centro de la Cordillera Central, posiblemente “la tierra más hermosa que ojos humanos jamás vieron”, aparece reseñada en la obra Idea del Valor de la Isla Española, y Utilidades que de ella puede sacar su Monarquía escrita por Antonio Sánchez Valverde y publicada en Madrid, España, en el año de 1785.

El connotado historiador refiere que: “El Valle de Constanza, dividido del de San Juan por unas altas Serranías y colocado a la parte del Norte de la Isla en jurisdicción de La Vega, que estubo (sic) desconocido muchos años, es tan fresco, que en la estación más calurosa del año se conserva la carne quatro (sic) y cinco días: de que estoy informado por muchas personas fidedignas y por su propio poseedor actual Don Melchor Suriel, sugeto (sic) veracísimo. En las cimas de estas Sierras, cuyo acceso es trabajosísimo, se encuentra escarcha todo el año y se necesita de hogueras para dormir”.
Más adelante agrega que “Las Sierras que dividen el sitio de Constanza, que está en jurisdicción de La Vega y es actualmente de Don Melchor Suriel, de las quales (sic) hablamos arriba, se han reconocido ser todas mineras de oro: tan abundante que, expeliéndole la tierra de sus senos, corre en arenas y granos por quantas (sic) quebradas, arroyos y riachuelos descienden de ellas”.

José Agustín Concepción, haciendo referencia al citado historiador Antonio Sánchez Valverde, habla de Melchor Suriel como regidor de la Cofradía “Purísima Concepción” de La Vega, para 1778, y como poseedor de ganado y muchas tierras, entre ellas las del Valle de Constanza. Esto indica que esta región estuvo habitada, temporal o permanentemente, por hombres que se dedicaron a la actividad ganadera. A este particular se refiere Sir Robert H. Schömburgk en una reseña sobre el Valle de Constanza a raíz de su visita el 20 de julio de 1852: “Aquí el ganado prospera... por esta razón este apartado valle, cuyo ascenso es tan difícil, fue escogido como tierra de pasto desde 1750 y continúa siéndolo hasta el día de hoy”.

Durante las guerras de Independencia la región se convierte en un importante paso estratégico entre el Sur y el Norte, por el estrecho de Chingüela. De este período, el historiador vegano Guido Despradel Batista resalta en su Monografía la significación que tuvo el paso de Chingüela entre Constanza y San Juan donde “las tropas de La Vega al mando del General José Durán eran los centinelas permanentes de esta puerta de pase”. Sobre el particular, el Licenciado Manuel Ubaldo Gómez y Moya reafirma en su Historia de Santo Domingo que “por el Norte avanzaron también las fuerzas de La Vega acantonadas en la estratégica posición de Chingüela, al Sur de Constanza, a las órdenes del Comandante José Durán, siendo las primeras que llegaron a San Juan”. Así mismo, en la víspera de la Batalla de Santomé, en diciembre de 1855, se le ordena al jefe político de La Vega instruir al Comandante José Durán “impedir el tránsito del enemigo por Constanza”, resaltando de esta manera la importancia de la región durante las guerras de Independencia.

Sobre la situación poblacional, a mitad del siglo XVIII, existen referencias importantes que hay que considerar con cierto cuidado.

En su artículo Una Visita al Valle de Constanza en las Montañas del Cibao, en la Isla de Santo Domingo, y a un Cementerio Indígena de una Comarca Vecina, publicado en el periódico The Atheneum, No. 1291, del mes de julio del año de 1852, en Londres, Sir Robert H. Schömburgk ofrece interesantes informaciones sobre Constanza, de las cuales queremos destacar las siguientes:“De sus faldas fluye el arroyuelo Pantuflo, en sus orillas descubrimos un humilde y miserable “bohío”, cobijado con pencas de palma, el cual, sin duda, era el mejor de los seis que se levantaban en el valle. Una sola familia ha residido permanentemente en Constanza durante los últimos dos años”.

Los nombres de dos de los primeros pobladores del valle son referidos en el artículo de marras, lo que constituye el más importante aporte historiográfico para el estudio genealógico de la población de Constanza: “... Sin embargo, Siño Juanico fue muy amable, y para agradarnos usó cuanto de cómodo puede poseer una cabaña de la montaña”. “En esas circunstancias, no fue pequeña mi sorpresa, cuando un residente permanente de Constanza, un mulato de mucha inteligencia, me trajo a la mañana siguiente una carretilla llena de comestibles que hubieran hecho honor al mercado de Covent Garden: tomillo, cebolla, puerro, apio, batata y otros productos tropicales, acompañados de un ramillete de rosas cien hojas, claveles y azucenas. Comencé a dudar de los efectos de el (sic) “volcán”, pero el señor Antonio me explicó el hecho de la manera siguiente. “yo soy, comenzó diciéndome, nativo de San Juan, cerca de la frontera haitiana. La última guerra entre haitianos y dominicanos me privó de todo lo que tenía, y cuando Soulouque se acercó a la frontera de nuevo, resolví volar hacia estas apartadas lomas de Constanza. Cuando llegué a este lugar, acompañado de mi familia, hace cosa de dos años, un maldito fenómeno de esos de que usted habla acababa de pasar por el valle dejando toda la vegetación destruida. Fue una visión triste para un hombre que pensaba asentarse aquí y cultivar la tierra para el sostenimiento de su familia. No obstante, puse buena cara al mal tiempo. Pensé que era mejor luchar contra la naturaleza que contra salvages (sic) como los haitianos, quienes en la oscuridad de la noche caen sobre nuestras haciendas, raptan nuestros hijos, roban el ganado e incendian nuestros “bujíos”. Así, me arrodillé y recé a Nuestra Señora de la Merced, quien me ha oído, pues desde que vine aquí no ha aparecido el “volcán” destructor de todo el valle. Sin embargo, tengo que salir de aquí, porque soy el único que trabaja y el resto quiere vivir de mí y mis conucos son constantemente robados”.

Estos pasajes constituyen la primera referencia escrita, clara e irrefutable, sobre el asentamiento humano permanente,  su procedencia, las razones que lo posibilitaron, la forma de vida y sobre la vinculación de la fundación del poblado con el culto a la Virgen de Las Mercedes. Los nombres de Juanico y Antonio, aun así sin apellidos, junto con los de Pedro Abreu, de La Vega, y Rufino Espinosa, de Bánica, que refiere José Agustín Concepción, y tantos otros desconocidos son los pilares sobre los que descansa la primera población de este valle.

Igualmente, durante el período restaurador el valle de Constanza hace su significativo aporte. El insigne poeta, historiógrafo y restaurador Manuel Rodríguez Objío, después de regresar de Venezuela junto a Juan Pablo Duarte, el 10 de marzo de 1864, se incorpora a las filas restauradoras el 20 de abril de ese mismo año con el grado de Coronel del Ejército. Y ya, como él mismo dice en sus Relaciones: “El día 29 emprendí la ruta acompañado de los valientes jóvenes Comandante José A. Santamaría y Alférez Ezequiel Díaz. El día 1ro. de mayo a las cinco de la tarde me incorporé con Castillo en el Valle de Constanza”. Aquí se refiere al General Manuel María castillo, Jefe Superior de Operaciones de la Línea Sur en la gesta Restauradora.

Rodríguez Objío habla aquí de la existencia de “guías o prácticos” en toda la región y de “moradores del valle” como una prueba fehaciente de asentamiento humano permanente en la región para esta época:”...Sopla en Constanza un viento variable, al cual temen mucho sus moradores: ellos le llaman “El Botón”: es una ráfaga tempestuosa, sutil y helada que mata cuanto encuentra a su paso, secando hasta las raíces de los árboles”. También hace referencia a la importancia estratégica que tiene el paso por Constanza hacia San Juan de los ejércitos independentistas y restauradores y su costumbre de pernoctar en el valle, ya sea para descansar, cambiar de monturas, esperar refuerzos o atrincherar al enemigo en las escabrosas montañas que circundan el valle. Por esto, no se puede dudar que muchos de esos soldados, heridos, cansados o desertores optaron por quedarse y refugiarse en la región. Esto se cree de Rufino Espinosa, de quien se dice era militar, de los Durán y de los Abreu que abandonaron el Sur huyendo de las huestes haitianas y llegaron a Constanza, unos, y a Jarabacoa, otros. Y lo más natural es que estas familias se dedicaran a la ganadería y a labrar la tierra, necesariamente.

Estos primeros pobladores del valle, además de los monteros procedentes de San Juan, Jarabacoa, La Vega, etc., constituyen el conjunto de la primera población constanceña. Entre ellos, citando nuevamente a Concepción, “podemos mencionar a los José Araujo, Francisco y Antonio Suriel, Damián, Juan, Pablo y Agustín Durán, Carlos Soriano, Ciriaco y Pilar Corcino, Agustín Espinal, Domingo Pinales, Gregorio Díaz, Toribio Delgado, Manuel Montes de Oca y Aniceto Rosado”. Dice el autor que más adelante a estos pobladores se sumaron nuevas familias procedentes de diferentes puntos del Sur, tales como: Gratereaux, Abreu, Collado, Durán, Cosma y Quéliz. Los Matías, García, Cabral y otros vinieron de diferentes puntos del Norte, como Santiago, La Vega, Jarabacoa, etc.

Sobre los hombros de estos primeros pobladores, en su gran mayoría criadores de animales domésticos, cazadores, labradores y una escasa minoría de ganaderos es que descansa el futuro de la Constanza que no pasa de ser en ese momento una simple Sección de la Común de Jarabacoa.

En las ediciones No. 93 y 94 de la revista Síntesis Regional, correspondiente a los meses de febrero y marzo, respectivamente, del año 1993, se planteó la celebración del primer centenario del nacimiento de Constanza a la vida política nacional.En la primera edición citada se editorializa sobre la conmemoración en 1994 de “los 100 años que cumplirá Constanza desde que fuera fundada esta villa en 1894 bajo la categoría de Puesto Cantonal”. Este dato, que sirvió de base para dicha celebración, no está avalado por ninguna fuente, oral o escrita, y entra en contradicción con las referencias documentales que poseemos.

Según refiere José Agustín Concepción en su obra Constanza “el cargo de jefe cantonal existía desde mucho antes de la erección del puesto cantonal” (nota No. 6, final de la obra). El primer jefe cantonal de Constanza fue el Coronel Salvador Bois, quien ejerció sus funciones a partir del mes de noviembre del año de 1887, en sustitución del General Abreu, que no llegó a ocupar su puesto por razones de orden criminal. Para comprobar estas referencias consultamos la gaceta Oficial del año de 1887, así como la Reforma Constitucional del año de 1896. Según la Constitución de 1887 la provincia de La Vega estaba conformada por cuatro comunes: Concepción de La Vega, Cotuí, Jarabacoa y Bonao; y por un solo Cantón, Cevicos. Constanza no aparece como puesto cantonal, aunque el Ejecutivo le haya asignado un jefe cantonal. Esta organización político-administrativa fue ratificada en todas sus partes por la Revisión Constitucional del año de 1896, donde tampoco aparece Constanza como Cantón. Sigue siendo una Sección de la Común de Jarabacoa.

Lo que ha traído confusión con respecto a la elección del año 1894 para situar cronológicamente la fundación de Constanza es la afirmación que hace el historiador vegano José Agustín Concepción en su obra Constanza: “La fundación del poblado, que 13 años más tarde sería la cabecera de la común, fue hacia el año 1894” (página 21). Sin embargo, esta afirmación no está sustentada en ninguna referencia bibliográfica y las fuentes orales son contradictorias. Por lo tanto, carece de contundencia como para servir de soporte histórico a tal acontecimiento. Creemos sin embargo, que el acontecimiento a que el historiador vegano hace referencia es el proceso de concentración de la población en una parte estratégica del valle, ya que, como revelan las fuentes citadas anteriormente, la población constanceña estaba dispersa por todo el valle. Este proceso de concentración poblacional tuvo que tener necesariamente como punto de partida el bohío de Siño Juanico y Antonio a orillas del río Pantufla hacia el año 1850, reseñado por Sir Robert Schömburgk, y no se consolidó hasta el año de 1908.

La información que marca la entrada de Constanza a la vida política nacional la ofrece el Congreso Nacional en el texto de la Ley 3969 del día 16 de mayo del año 1900: “Considerando que el poblado de Constanza, por la densidad de su población, por su importancia agrícola y por haber gozado de la categoría de Puesto Cantonal desde hace muchos años, es merecedor a la gracia solicitada, resuelve: Artículo 1ro. Erigir en Puesto Cantonal al poblado de Constanza, jurisdicción de la Provincia de La Vega. Artículo 2do. El ciudadano Gobernador de La Vega designará provisionalmente los límites que deban separar de la Común de Jarabacoa el nuevo Puesto Cantonal. Artículo 3ro. La presente Resolución será enviada al Poder Ejecutivo para los fines constitucionales”.

Esta resolución, firmada por el Presidente del Congreso Nacional Manuel Ubaldo Gómez y los Secretarios I. Coradín y Pelegrín L. Castillo, fue aprobada por el Presidente Constitucional de la República, Juan Isidro Jimenes, el 25 de mayo de 1900. Desde este momento, según refiere José A. Concepción en su libro Constanza, se atribuyen responsabilidades civiles a los primeros ediles, tales como: Francisco Gratereaux, José Avelino Cabral, Generoso Matías, Vetilio García y Antonio María García (Francés), entre otros, para que conformaran el primer Ayuntamiento. También señala Concepción en una nota final de su obra que “en Listín Diario, edición del 28 de junio de 1900, aparece la designación de Pompilio Deschamps como jefe del recién creado Puesto Cantonal de Constanza”.

Si atendemos, pues, a los datos históricos anteriores no fue sino el 25 de mayo del año 2000 cuando Constanza cumplió sus primeros cien años de haber asumido oficialmente la primera categoría política importante del sistema político-administrativo dominicano: el Cantón. Ahora bien, también se pudo haber tomado el mes de noviembre del año de 1987 para conmemorar el primer centenario, pues con la designación del Coronel Salvador Bois como jefe cantonal Constanza pasó a gozar de esta categoría político-administrativa en 1887.

Pero el paso más importante en la vida política de Constanza fue su erección en Común en 1907, en virtud de los artículos 4to. y 79vo. de la Constitución de ese año y que fue ratificado después por la Constitución de 1908. El artículo 4to. dice “El territorio dominicano se divide en Provincias y éstas a su vez se subdividen en Comunes”; y el artículo 79vo. dice “La Provincia de La Vega está constituida por las comunes siguientes: Concepción de La Vega, Cotuí, Jarabacoa, Bonao, Constanza y Cevicos”.

Todo esto venía a significar la potencialidad de desarrollo de la zona y su virtual capacidad para integrarse activamente a la vida política y económica de la nación. Sin embargo, Constanza no contaba con las bases reales y necesarias para hacer efectivo tal desarrollo. Era urgente ejecutar algunas obras que permitieran que Constanza se encaminara por el sendero que habían emprendido otros pueblos dominicanos; por eso en 1908, el síndico Antonio María García (Francés) procede al trazado de las primeras calles de la villa, tratando de organizar el proceso de concentración de la población que se venía dando desde décadas anteriores y tomando en cuenta la necesidad de preservar las tierras fértiles y bajas como base importante para un futuro provecho agrícola. Parece como si el renombrado edil conociera ya las acertadas opiniones del geólogo William M. Gabb, quien en 1870 resaltaba la calidad de estas tierras y lo apropiado del clima para el quehacer agrícola. Consideraciones que fueron reforzadas más tarde, en 1937, por los doctores Howard A. Mayerhoff y Carlos E. Chardón.

(Septiembre, 2000)

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